El todo vale, no vale
por Jaime Eduardo Reyes
Una campaña política sirve para calibrar el futuro comportamiento de un gobernante por lo que su desempeño como candidato da una idea de cómo sería su gobierno,
qué se podría esperar de la ética de un gobernante si durante su campaña éste camina sobre la senda de la mentira, que cambio se podría esperar para un pueblo si sus líderes edifican su triunfo sobre la mentira y lo antiético. La verdad no se puede esperar mayor cosa.
Es por lo anterior que cualquiera que aspire a liderar el destino de Ibagué y administrar lo público no puede basar su éxito electoral en la mentira y en la desinformación.
La opinión de muchos ibaguereños, también me incluyo, es que Ricardo Ferro se equivocó al utilizar una oración descontextualizada del candidato Luis H para intentar deslegitimarlo.
Esa actitud le hizo perder credibilidad y lo mostró como un candidato desesperado. Desesperado porque las encuestas no le favorecen.
Al tomar la decisión de transitar el camino de la propaganda negra, sucia y mentirosa el candidato de la U se equivocó en la lectura de la idiosincrasia del ibaguereño, si Ferro hubiera vivido en Ibagué por lo menos durante algún periodo electoral anterior sabría que en la historia de la ciudad los candidatos que han usado esa estrategia siempre han perdido, si este candidato hubiera vivido en Ibagué antes de incursionar en política conocería mejor al ibaguereño.
Sin lugar a dudas lo que Ferro había avanzado en credibilidad con su propuesta del Cambio lo perdió con su actitud mentirosa y lo peor para Ferro es que le recordó a los ibaguereños que es muy poco lo que se sabe de él y que con ese comportamiento no se puede confiar en él. No se puede creer en este candidato.
El comportamiento de Ferro advierte que podrían ser ciertos los rumores de que su campaña estaría dispuesta a todo con tal de ganar la elección a la alcaldía de Ibagué e inclusive da pie a que los organismos de control estén atentos sobre los rumores de contratación de activistas para el día de las elecciones por parte de su campaña.
De qué sirve toda una campaña ante medios de comunicación, en barrios y foros para persuadir al elector si en últimas lo que valdría es el pago de los votos a través del mecanismo de contratación de activistas.
Los ibaguereños no podemos permitir que la política en nuestra ciudad se convierta en el arte del todo vale. Hasta ahora, con nuestros aciertos y desaciertos, a diferencia de lo que pasa en otros sitios del mundo, los ibaguereños nos hemos cuidado de no dejarnos contaminar por ciertas tendencias que asumen los antivalores como los correctos, nos hemos cuidado de cambiar para mal.
Esperemos que dentro de muy poco tiempo no tengamos que decir como el adagio popular que los pueblos padecen sus gobernantes cuando siendo advertidos con tiempo no son capaces de pensar conscientemente su voto.